ATROZ COSTUMBRE
Basta ya con la mutilación genital femenina (MGF)
La violencia contra la mujer está presente en la mayoría de las sociedades, en el silencio y el paso de los años. Tal es el caso de la mutilación genital femenina (MGF), llamada también Sunna o Clitoridectomía que forma parte de una ancestral costumbre que se extiende en las tribus de 25 países de África, Asia, aunque es practicada especialmente en la población musulmana.
Las víctimas de esta atroz tradición son las niñas de 4 a 10 años. Esta costumbre consiste en la extirpación del clítoris y el corte de los labios superiores de la vagina. Esta actividad es realizada por un grupo de brujos y unas ancianas llamadas parteras, que son personas que no cuentan con una formación médica y que operan en condiciones antihigiénicas y sin las medidas de seguridad del caso. Por ejemplo, se utiliza cuchillos sin esterilizar, cristales rotos, piedra afilada o la tapa de una lata. En todos estos casos, se opera sin anestesia o el mismo cuchillo sin esterilizar para intervenir a varias chicas.
El proceso de la ablación femenina forma parte de un rito ceremonial. La intervención mayormente es en grupo. Para ello, los ancianos de la tribu seleccionan a los candidatos, a la madrina y la fecha de la fiesta. Las elegidas son preparadas psicológicamente para superar la operación con valentía. Llegado el día del rito, las jóvenes son amarradas para que no se muevan, a estas se les sujeta los miembros superiores e inferiores. Se pronuncia una breve oración y se inicia con la intervención en la que deben contener el dolor en silencio para no defraudar a sus padres. Después se cubre con hojas medicinales la herida para contener la hemorragia y ayudar a la cicatrizaron. Luego del proceso, estas deben de bailar para demostrar que no sienten dolor. Este rito termina con bailes que duran dos días y en las que estas no comen ni beben.
La finalidad de esta costumbre arraigada está relacionada con la identidad sexual. Es decir, la mutilación es necesaria para que una niña incremente su feminidad, sinónimo de docilidad y de obediencia. El control de la sexualidad y de las funciones reproductivas de la mujer son otras de las causas. Se cree que mitiga el deseo sexual de la mujer, y por lo tanto, aminora las posibilidades de infidelidad. En muchas sociedades es muy difícil e imposible que una mujer se case si no se ha sometido a la mutilación. También esta práctica es sinónimo de pureza y limpieza: quien no es mutilada, se las considera poco limpia y no se le deja manipular el agua. Otras creencias, es que los genitales femeninos pueden crecer y resultar incomodo cuando cuelgan, que el clítoris es peligroso y puede provocar la muerte del hombre cuando se tiene contacto con el pene, o del bebe, si lo roza durante el parto. En otras sociedades se cree que aumenta la fertilidad o que hace el parto mas seguro. Estas y otras creencias en resumen, pone en juego el honor de la familia y son consideradas a quienes no sean sometidas, como impuras e infieles, por tomarlas como prostitutas y jamás encontrarán marido. Por último, otro de los paradigmas de la ablación está la reducción de los genitales femeninos, ya que estos son considerados feos y voluminosos.
Las consecuencias de esta práctica, es que muchas adolescentes quedan profundamente traumatizadas, estropeando para siempre su vida sexual y sobre todo, la muerte de millones de niñas por causa de infecciones provocadas por la atroz operación.
Si bien es cierto que la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró en 1993 la eliminación y censura de este ritual tradicional como una práctica que atenta contra los derechos humanos de la mujer, la dimensión religiosa y el contexto social impera. En Somalia, por ejemplo, el 90% de la población no esta de acuerdo de que se prohíba la circuncisión en las mujeres, porque es la única manera de garantizar la austeridad sexual en ellas, ya que la eliminación de los labios superiores la priva para siempre el goce sexual. Otra de las razones por que continua esta práctica, es por el miedo a la critica social; aunque mujeres de 16 y 30 aceptan la erradicación, pero las mujeres mayores se resisten porque temen que su hija sea un sea excluida con la que nadie se pueda casar.
Por último, es necesario considerar, que toda tradición cultural merece el respeto en su preservación, mientras esta no constituya una violación de los derechos humanos. Pero, la mutilación genital femenina, al igual que el genocidio, el canibalismo y la esclavitud, es un acto salvaje que colisiona con los principios y valores humanos. Si las Naciones Unidas y las distintas organizaciones humanitarias no toman cartas en el asunto para prohibirla, la circuncisión genital femenina continuará en el tiempo, en la vida y el trauma de muchas generaciones de mujeres africanas, musulmanas y asiáticas, abnegadas a un dramático dolor e injusticia sin poder defenderse.
Rocio L. S.
CEAPAZ
Basta ya con la mutilación genital femenina (MGF)
La violencia contra la mujer está presente en la mayoría de las sociedades, en el silencio y el paso de los años. Tal es el caso de la mutilación genital femenina (MGF), llamada también Sunna o Clitoridectomía que forma parte de una ancestral costumbre que se extiende en las tribus de 25 países de África, Asia, aunque es practicada especialmente en la población musulmana.
Las víctimas de esta atroz tradición son las niñas de 4 a 10 años. Esta costumbre consiste en la extirpación del clítoris y el corte de los labios superiores de la vagina. Esta actividad es realizada por un grupo de brujos y unas ancianas llamadas parteras, que son personas que no cuentan con una formación médica y que operan en condiciones antihigiénicas y sin las medidas de seguridad del caso. Por ejemplo, se utiliza cuchillos sin esterilizar, cristales rotos, piedra afilada o la tapa de una lata. En todos estos casos, se opera sin anestesia o el mismo cuchillo sin esterilizar para intervenir a varias chicas.
El proceso de la ablación femenina forma parte de un rito ceremonial. La intervención mayormente es en grupo. Para ello, los ancianos de la tribu seleccionan a los candidatos, a la madrina y la fecha de la fiesta. Las elegidas son preparadas psicológicamente para superar la operación con valentía. Llegado el día del rito, las jóvenes son amarradas para que no se muevan, a estas se les sujeta los miembros superiores e inferiores. Se pronuncia una breve oración y se inicia con la intervención en la que deben contener el dolor en silencio para no defraudar a sus padres. Después se cubre con hojas medicinales la herida para contener la hemorragia y ayudar a la cicatrizaron. Luego del proceso, estas deben de bailar para demostrar que no sienten dolor. Este rito termina con bailes que duran dos días y en las que estas no comen ni beben.
La finalidad de esta costumbre arraigada está relacionada con la identidad sexual. Es decir, la mutilación es necesaria para que una niña incremente su feminidad, sinónimo de docilidad y de obediencia. El control de la sexualidad y de las funciones reproductivas de la mujer son otras de las causas. Se cree que mitiga el deseo sexual de la mujer, y por lo tanto, aminora las posibilidades de infidelidad. En muchas sociedades es muy difícil e imposible que una mujer se case si no se ha sometido a la mutilación. También esta práctica es sinónimo de pureza y limpieza: quien no es mutilada, se las considera poco limpia y no se le deja manipular el agua. Otras creencias, es que los genitales femeninos pueden crecer y resultar incomodo cuando cuelgan, que el clítoris es peligroso y puede provocar la muerte del hombre cuando se tiene contacto con el pene, o del bebe, si lo roza durante el parto. En otras sociedades se cree que aumenta la fertilidad o que hace el parto mas seguro. Estas y otras creencias en resumen, pone en juego el honor de la familia y son consideradas a quienes no sean sometidas, como impuras e infieles, por tomarlas como prostitutas y jamás encontrarán marido. Por último, otro de los paradigmas de la ablación está la reducción de los genitales femeninos, ya que estos son considerados feos y voluminosos.
Las consecuencias de esta práctica, es que muchas adolescentes quedan profundamente traumatizadas, estropeando para siempre su vida sexual y sobre todo, la muerte de millones de niñas por causa de infecciones provocadas por la atroz operación.
Si bien es cierto que la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró en 1993 la eliminación y censura de este ritual tradicional como una práctica que atenta contra los derechos humanos de la mujer, la dimensión religiosa y el contexto social impera. En Somalia, por ejemplo, el 90% de la población no esta de acuerdo de que se prohíba la circuncisión en las mujeres, porque es la única manera de garantizar la austeridad sexual en ellas, ya que la eliminación de los labios superiores la priva para siempre el goce sexual. Otra de las razones por que continua esta práctica, es por el miedo a la critica social; aunque mujeres de 16 y 30 aceptan la erradicación, pero las mujeres mayores se resisten porque temen que su hija sea un sea excluida con la que nadie se pueda casar.
Por último, es necesario considerar, que toda tradición cultural merece el respeto en su preservación, mientras esta no constituya una violación de los derechos humanos. Pero, la mutilación genital femenina, al igual que el genocidio, el canibalismo y la esclavitud, es un acto salvaje que colisiona con los principios y valores humanos. Si las Naciones Unidas y las distintas organizaciones humanitarias no toman cartas en el asunto para prohibirla, la circuncisión genital femenina continuará en el tiempo, en la vida y el trauma de muchas generaciones de mujeres africanas, musulmanas y asiáticas, abnegadas a un dramático dolor e injusticia sin poder defenderse.
Rocio L. S.
CEAPAZ
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